Que el viento sople suave sobre tus hombros
trayéndote siempre el aroma de la paz.
Que tu corazón se vuelva cálido por el fuego
para que permanezca pleno de ternura.
Que las palabras que pronuncien tus labios
y las que lleguen a tus oídos
lleven y traigan, siempre, el sonido de una bendición.
(Luiz Carlos Ramos, Brasil)
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